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Foto del escritorAna Luisa de Gordillo

¿Qué hago cuando Dios me decepciona?

Muchas veces, cuando Dios me decepciona, comienzo a dudar de su amor y de su fidelidad. Pero es en esos momentos donde más he necesitado confiar en Él.


Los especialistas en salud mental definen la decepción como una emoción dolorosa que se despierta en una persona al incumplirse una expectativa construida, generalmente en torno al comportamiento de otra persona o en relación a algún acontecimiento. De esa forma, una decepción siempre ocurre tras esperar algo concreto y depositar ilusión en ello, pero tal expectativa no se cumple o lo hace de forma diferente.


¿Te pasó alguna vez? Tal vez para algún cumpleaños o para una navidad, cuando eras más pequeña (o tal vez no tan pequeña) anhelabas un regalo en específico y te aseguraste de que tus papás supieran qué era. Con indirectas muy directas claro, porque al fin y al cabo querías que siguiera siendo una “sorpresa”.


Tal vez muchas veces te dieron ese regalo, pero seguro hubo algún par de veces que no lo hicieron. Y aunque en tu mente sabías que no era “su obligación” cumplir ese anhelo de tu corazón, no podías dejar de sentir esa fea espinita de decepción.



¿Qué hago cuando Dios me decepciona?


Bueno amiga, quisiera decirte que con Dios todo lo que tú le pidas con toda tu fe se cumplirá, ya que por lo general ese es el concepto que tenemos de ese buen padre del que tanto nos hablan. Pensamos que si Dios es un buen padre, significa que nos dará todo lo que pidamos.


Pero la verdad es que hay momentos en tu vida en donde ese “regalo” que anhelas, y que claramente le has pedido, puede no llegar. Y entonces, ese sentimiento de decepción inunde tus pensamientos y comiences a sentir que Dios te falló…


¿Cómo es posible, si Dios es tan bueno? ¿Por qué, si yo en verdad le creí por eso? ¿No se supone que Dios nunca falla? Si yo he sido una buena persona y le he sido obediente, ¿entonces por qué no lo cumplió?


Estas han sido preguntas que muuuuchas veces yo misma me he hecho.


Nuestra decepción en las manos de Dios

En 1 Pedro 1:7 (PDT) encontramos lo siguiente acerca de la fe: “Tales dificultades serán una gran prueba de su fe, y se pueden comparar con el fuego que prueba la pureza del oro. Pero su fe es más valiosa que el oro, porque el oro no dura para siempre. En cambio, la fe que sale aprobada de la prueba dará alabanza, gloria y honor a Jesucristo cuando él regrese.”


En esta vida viviremos dificultades que vendrán en forma de decepción, es imposible evitarlas, pero la decepción en las manos de Dios puede transformarnos. Moldear nuestro corazón involucra moldear nuestra fe, y la decepción muchas veces es el cernidor que Dios usará para refinarla, para purificarla, y para darle la forma que Él quiere que tenga.


¿Te puedes imaginar la decepción en el corazón de Abraham cuando el hijo que Dios le dio y del cual le prometió que lo haría tener descendencia debía ser sacrificado por él mismo? (Génesis 22: 1-2)


¡Ni pensar en lo que Jairo pudo sentir cuando creyó que la sanidad de su hija iba camino a su casa y a mitad del trayecto, por un “atraso de Jesús”, su hija muere! ¡Todo porque Jesús se puso a hacer “otras cosas”! Seguro sintió que Jesús le había fallado (Marcos 5: 21-43).


Pero, ¿sabes qué es lo que yo veo en común entre Abraham y Jairo? Que hubo un punto en donde pasaron al siguiente nivel, pasaron de “creer” en Dios a CONFIAR en Él, sin importar las circunstancias. La confianza muchas veces se pone a prueba cuando vives confusión.


Abraham no entendía por qué tenía que sacrificar a su promesa, pero confiaba en que Dios sabía lo que hacía, y si Isaac moría, Él tenía el poder de resucitarlo de entre los muertos.


La confianza se pone a prueba cuando afrontas decepción. Jesús vió la decepción y el dolor en los ojos de Jairo y viéndolo fijamente le dijo éstas palabras que debieron haber impactado con fuerza su roto corazón: “No temas, solamente cree” (Marcos 5: 36).


Jairo pasó de creer que Jesús podía sanar a su hija, a confiar en que a pesar de lo terrible del panorama, Jesús aún podía hacer algo. Fue fe + la confianza lo que lo llevaron a experimentar, no una sanidad, sino una resurrección.


Cuando Dios me decepciona, es cuando más me aferro a Él

Querida amiga, hoy quiero traer revelación a tu vida y decirte que ¡NO! Dios jamás falla… Pero en medio de tu decepción, tu fe puede ser cernida, purificada. Dios está ensanchando tu corazón y tu confianza en Él.


Una fe probada reconoce la soberanía de Dios, se somete a ella para ir por sobre la decepción y volver a creer por algo más, no solo para ti, sino también para otros.


En verdad te digo que hoy no te hablo desde una posición ajena a la decepción. Durante meses oré, ayuné, creí por un anhelo de mi corazón y en verdad llegué a estar tan segura que Dios diría SÍ, que incluso hice planes.


Lo hablé con mucha gente, me visualicé con ese sueño cumplido y cuando se llegó el día de verlo hecho realidad lo que recibí fue un rotundo “no”. Me negué a aceptarlo y se presentó la oportunidad de volverlo a intentar, esta vez en verdad todo apuntaba a que sí se lograría.


Hasta pensé haber recibido confirmación divina de que así sería, pero al cabo de los meses ¿qué crees? De nuevo un fuerte NO. Llegué a sentir que Dios se había burlado de mi fe, e incluso llegué a dudar acerca de si escuchaba o no la voz de Dios, y durante un tiempo hubo silencio en mi corazón.


Pero con el tiempo llegué a entender que si, sí viví una fuerte decepción, pero decidí que esa temporada en mi vida no deformaría mi corazón, sino que el fuego de la prueba Dios lo usaría para purificar mi fe y mi confianza en Él.


Hoy sigo con ese “no” en mi vida, pero con la seguridad que Dios me ama, que Él sabe lo que hace y con la evidencia de que mi fe y mi confianza en Él han sido ensanchadas. Me someto a su soberanía y tengo mi corazón listo para creer con todas mis fuerzas por algo más.


¿Qué vas a decidir tú? Si me permites darte un consejo, no te quedes estancada en la decepción pensando en que Dios te falló o que no tuviste la fe suficiente para ver algo cumplirse.


Aférrate fuerte a lo que hoy Dios te dice, tu fe está siendo purificada, tu confianza está siendo ensanchada, Él está moldeando tu corazón (siempre y cuando se lo permitas), para que al salir de esta temporada puedas dar testimonio de su infinito amor pero también de su soberanía en tu vida.


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